Este texto, que nace en la libertad y voluptuosa del ajetreo y el bullicio años, después de la muerte de Franco, ahora, es casi imposible representar por medio de un escandaloso; es una cosa es caer en el vicio, que es legítimo, y el otro una tira cómica a tomar forma en el papel. En la Caja nos encontramos con el mejor legado de la esperpento de Ramón del Valle-Inclán, el humor, las formas de Arniches, la capacidad de la absurdidad de Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela, y un sarcasmo en el respetable la gente que ama el teatro amateur destinado a ser eterno. Alonso de Santos se eleva a la categoría de héroe, el perdedor, destronado el ganador y nos muestra el otro lado de la capa que cubre las miserias de la sociedad.