La inesperada muerte de la hermosa ciudad de Marsa ha ganado, el pobre marqués de Sotoancho. Si es cierto que es un año que no veía, era su esposa, y, como él mismo dice, «me he sentido para ella más que para ningún otro». Imposible de sacar de la cabeza mientras hacía los trámites para traer sus restos a los Británicos. Incluso la idea de ver a su amante, Manuela ―supuesta princesa austriaca, mejora el estado de ánimo.

Está claro que el marqués está en la necesidad de un cambio de escenario. Y qué mejor que un safari en África? No hay duda de que las áreas son, al menos, diferentes.

Ni corto ni perezoso, y con la ayuda de todo el personal de su herencia, La Jaralera, Sotoancho se está preparando para lo que será el viaje de su vida. Después de haber caminado en la tierra de áfrica, es decir, aquellas personas con la piel del color del ébano, y matar a un par de pequeños animales representan, no hay nada en su vida nunca será la misma.